CARACTERÍSTICAS DE GÉNERO DE LA NARRATIVA
El origen histórico del género narrativo es la Épica:
relatos en verso de hechos
ya acciones,
generalmente de carácter heroico (epopeyas, cantares
de
gesta,
poemas épicos).
A lo largo de la Edad media se va
independizando como
género en
prosa: ejemplos, fábulas, cuentos...A partir de finales del siglo XVI se desarrolla la novela
que se convertirá en el género narrativo fundamental en los siglos XIX y
XX.
Géneros narrativos en verso:
o Epopeya: narración de hazañas de héroes míticos,
acompañadas de
elementos religiosos, sociales y
morales. Generalmente, las
epopeyas son
explicaciones míticas del nacimiento de una nación. Sus primeros exponentes se remontan a los orígenes mismos de las literaturas.
o Cantar de gesta: composición épica
medieval. Los cantares de gesta son obras casi
siempre
anónimas,
transmitidas oralmente por los juglares.
Narran también
hazañas de héroes,
habitualmente en torno
al tema del honor personal.
o Poema épico:
manifestación
épica propia
del Renacimiento.
Se trata de composiciones escritas por
autores cultos
a imitación de
los modelos clásicos y de temática histórica o
fabulosa.
Géneros narrativos en prosa:
o Géneros breves: cuento, leyenda, etc. Narraciones breves, cultas
o folklóricas.
o La novela: narración extensa y compleja. Es el género narrativo por excelencia, desde especialmente El Quijote.
La novela
presenta una gran variedad de tipos, tanto
en su temática como en sus aspectos técnicos
y estructurales: novela, temática histórica. La segunda mitad del siglo XIX es la época de mayor auge de la novela,
con el desarrollo en toda
la literatura occidental de
la novela realista en todas sus variedades. En el
siglo XX se
produce una
absoluta renovación técnica de
la novela que, unida a la gran dispersión temática y estilística, la convierte en
un género de difícil definición.
Todo texto narrativo implica, ineludiblemente, la existencia de un narrador. La manera en que
este
narrador se
manifiesta en
la historia y la perspectiva con la que ve
los hechos
que
narra es lo que constituye el
punto
de
vista.
Si combinamos estos dos aspectos,
obtenemos los cuatro tipos
básicos de punto de vista
narrativo (aunque existen otras
posibilidades, generalmente de
carácter experimental, como el narrador en segunda persona): 1ª persona central (conoce los hechos y está
dentro de la historia), 1ª persona testigo (conoce parte de los hechos y está
dentro de la obra), 3ª persona omnisciente (fuera de la historia conoce todo) y
3ª persona objetiva (fuera de la historia conoce parte).
El narrador puede elegir
diferentes procedimientos discursivos, es decir,
modos de contar, para narrar la historia:
son las técnicas narrativas. Los textos narrativos
presentan sus propias unidades o procedimientos de estructuración: un
texto puede estar
dividido
en partes y/o capítulos. Igualmente pueden
señalarse partes distintas con
tipografías diferentes. O
no haber división
de ningún tipo.
El tiempo
es uno de los aspectos más complejos dentro de la narración, porque afecta en cierta medida a
todos los demás elementos. El estudio del
tiempo debe hacerse en varios niveles:
el tiempo histórico es
la época en la que
se sitúan los acontecimientos narrados.
El tiempo
interno
es la relación entre el tiempo de
la historia (es decir, el tiempo en que suceden los hechos que se narran) y
el tiempo del discurso (es decir, la organización en el relato
de estos hechos).
El marco escénico es el ambiente en que se desarrolla la historia. Está constituido por tres
elementos: el tiempo histórico, el escenario (elementos objetivos) y la atmósfera (elemento subjetivo).
El último elemento lo constituyen los personajes. Pueden clasificarse según diferentes criterios: su importancia; su evolución; su individualidad. A los
personajes los conocemos por lo que el narrador dice de ellos, por lo que ellos mismos hacen,
dicen y piensan o por lo que otros personajes dicen sobre ellos.
LA NARRATIVA
ESPAÑOLA HASTA 1939
Contra la Restauración, se
alza un
amplio grupo de jóvenes
escritores que constituyen lo que se conoce como Modernismo. Dentro de este grupo se identifica otro más reducido, identificable por
su actitud crítica
y renovadora no sólo
de
la literatura anterior sino también de los valores
políticos
y
morales: se
trata
de la
Generación del 98.
Constituye
un grupo generacional, por edad,
actos comunes, relaciones personales, actitudes homogéneas -aunque con
el tiempo se irán diversificando-. Sus características más importantes son:
·
preocupación social, reflejada en su interés por el llamado “problema de España”: en su visión
de este tema atraviesan por
dos etapas diferentes, una primera de
mayor
intención crítica
e influjo
regeneracionista, y
otra posterior más elegíaca y centrada en
Castilla como
símbolo de España.
·
inquietudes religiosas y
existenciales, a
tono con la
crisis de fin de siglo.
·
renovación de la novela, superando el modelo realista y naturalista:
·
antirretoricismo, método impresionista, lenguaje sobrio y asequible...
Todos los miembros del grupo, salvo Antonio Machado, escriben
novelas:
o Unamuno (Niebla, San Manuel Bueno,
mártir) trata
temas
como
la tradición, la intrahistoria,
la conciencia trágica
de la existencia y
el conflicto
entre fe y razón. Sus novelas –llamadas
por
el “nivolas”-
se
caracterizan por
la sobriedad narrativa, la importancia del diálogo y
la ausencia de trama o hilo argumental.
o Baroja (El árbol de la ciencia, Camino de perfección) es el novelista por
excelencia del grupo.
Mezcla entre el pesimismo existencia más radical y el vitalismo individualista
de
algunos de
sus personajes. Desarrolla un esquema
de aprendizaje vital de los protagonistas. Su producción es muy
extensa, repartida en trilogías.
o Azorín
(La voluntad)
tiene un
estilo minucioso, lento, casi impresionista. Sus novelas
presentan un desarrollo fragmentado, con gran
abundancia de descripciones y un cierto tono lírico; la trama argumental
es mínima.
o Valle-Inclán presenta también en el género narrativo la misma evolución de su obra dramáticas: una etapa de modernismo
inicial (Sonatas),
una fase de transición (el ciclo de la guerra carlista) y la definitiva etapa esperpéntica, con el ciclo de novelas de “El ruedo ibérico”,
entre las que destaca Tirano Banderas.
Hacia 1914 se
percibe el agotamiento de la Generación del 98,
y un nuevo grupo toma el relevo:
la
Generación del 14 o Novecentismo. Supone el primer paso para
la introducción de las vanguardias en España, y
se caracteriza ante todo por
su intelectualismo: desterrar lo sentimental de
la literatura. Los miembros del grupo tienen una importante actividad política, basada en ideales europeístas y progresistas. En el grupo novecentista destacan en especial los ensayistas: Manuel Azaña, Ortega y
Gasset...
Hay también importantes novelistas:
o Gabriel
Miró (El libro de Sigüenza, El obispo leproso), en cuyas novelas prevalece la forma
sobre el contenido.
o Ramón Pérez de Ayala (A.M.D.G.,
Belarmino y Apolonio), caracterizado por
su intelectualismo y su estilo academicista.
En la década de
los 20, en superposición con el Novecentismo, se
produce la entrada y
desarrollo de las
vanguardias en España.
Aunque su campo de expresión será preferentemente la poesía,
existen
ejemplos de narrativa vanguardista: Benjamín Jarnés,
Ramón Gómez
la Serna...
Finalmente,
en
los años 30
se produce, en todos
los géneros
literarios, una rehumanización de
la literatura como respuesta a las
circunstancias históricas. Se escribe entonces una novela
comprometida, de
carácter social e incluso abiertamente político,
cuyos representantes más
destacados son César Arconada,
Joaquín Arderíus y Ramón J.Sender.
LA NARRATIVA
ESPAÑOLA DESDE 1940 HASTA LOS AÑOS 70
La guerra civil irrumpe en un
momento en que la novela se decanta hacia
posturas sociales y comprometidas, abandonando las experiencias vanguardistas anteriores. La propia
guerra
acentúa ese carácter ideológico, de
manera que la mayoría
de
los novelistas
escriben en
defensa de sus ideales.
Tras la guerra, muchos de
los escritores partidarios de la
República o,
en
cualquier caso, enemigos del
nuevo régimen, se
exilia:
esto supondrá en
ellos desarraigo, nostalgia y el recuerdo de España como tema central
de su obra.
En España, los novelistas de
los 40 se enfrentan a
un panorama desolador: la tradición inmediata se
ha visto
interrumpida, no hay
acceso a las
tendencias europeas, ni
modelos propios
-salvo Baroja-
a
los que acudir. En
este
ambiente,
se
desarrolla especialmente una novela
triunfalista, de exaltación del régimen o,
en el mejor de los casos, justificativa. Sin embargo, la publicación en 1941 de La familia de Pascual Duarte, de Cela, abre un nuevo camino
a la novela española: narrativa existencial, en la
que
los problemas sociales y
políticos, que no
pueden abordarse directamente a
causa
de
la censura, aparecen como trasfondo de
la problemática personal de
los personajes. Se dan también otras tendencias, como la novela fantástica y humorística
o el realismo clásico.
En los años 50, al
hilo de los modestos cambios sociopolíticos, una
nueva generación de novelistas se
suma a los anteriores para
escribir
una novela más abiertamente social.
Los conflictos
sociales son el tema central de la mayoría de estas novelas, que optan en general por un estilo coloquial, cercano al habla cotidiana y accesible
para el lector.
Este
cambio,
iniciado de
nuevo por Cela con
La
colmena (1952), atraviesa por dos etapas:
·
una
primera en
la que siguen predominando los enfoques personales, cercanos a
la novela existencial anterior: Ana María Matute, Rafael Sánchez
Ferlosio...
·
una
segunda de
carácter más
social y hasta político:
Grosso, García Hortelano...
La novela más significativa de esta etapa es El Jarama, de
Rafael Sánchez
Ferlosio. Se desarrolla en dieciséis horas de un
domingo de verano y su
escritura responde a las técnicas
objetivistas, con presencia casi absoluta del diálogo.
En los años 60 el realismo social está agotado, y los novelistas se
abren, por fin, a los hallazgos de
la narrativa europea (Joyce, Proust): la novela se
hace más experimental, más abierta, y el lenguaje abandona el
prosaísmo de la fórmula anterior para hacerse más deliberadamente literario. Esta nueva narrativa implica transformaciones en todos sus elementos: acción,
personajes, punto de vista,
estructura, técnicas…
La obra
clave es Tiempo de silencio,
de Luis Martín Santos –más el gran
impacto que supuso La ciudad
y los perros, de Vargas Llosa.
LA NARRATIVA
ESPAÑOLA DESDE LOS AÑOS 70
HASTA LA ACTUALIDAD
A partir de los años 70 la novela
se convierte en un género abierto
a todo tipo de temas,
enfoques y estilos:
realismo, fantasía, metaliteratura, temas sociopolíticos y
personales... Los maestros consagrados de generaciones anteriores continúan en plena producción, y a ellos se unen
otros
nuevos: Umbral, Eduardo Mendoza,
Vaz de Soto, Sánchez Espeso,...
La novela, al contrario de
la uniformidad de
etapas anteriores, se desarrolla en múltiples tendencias:
o Novela de intriga: iniciada por
La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza. Otros autores adscritos a
esta línea son Arturo Pérez Reverte (La tabla de Flandes, El club Dumas).
o Novela histórica: Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez.
o Novela metaliteraria: en ella el propio hecho narrativo ocupa un lugar central en la trama. Enrique
Vila- Matas (Doctor Pasavento).
o Novela de autoficción: la
propia vida del escritor se convierte en
materia novelable. Todas las almas, de Javier Marías.
o Novela realista: representada por
autores como
Julio Llamazares
(La lluvia amarilla, Luna de lobos).
o Novela intimista: como La sonrisa etrusca,
de José
Luis Sampedro.
o Novela negra: cultivada en la actualidad. Destacan Lorenzo Silva (El alquimista impaciente) y Andrés Trapiello (Los amigos del crimen perfecto).
o Novela corta y cuento: se trata de géneros igualmente en
auge, con autores como Manuel
Rivas.
o Novela “after pop”: escrita por
autores nacidos en los setenta que recogen el influjo
de
las nuevas tecnologías. Se la conoce
también como “generación Nocilla”, por los títulos de su principal representante: Agustín Fernández Mallo (Nocilla experience, Nocilla dream).
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