En
Hispanoamérica la novela tiene un desarrollo tardío, hasta el siglo XIX no
aparece un primer título que pueda considerarse novelístico. El panorama en
este siglo se completa con obras románticas y algunas experiencias modernistas.
Aunque
el modernismo no llega a cuajar en una narrativa con entidad, sí sirve como
punto de partida para una serie de escritores que se liberan de los modelos
españoles e inician la búsqueda de un lenguaje y una temática propios, así
durante la primera mitad del XX se desarrolla una novela realista, cercana en
su técnica al realismo europeo pero volcada en su contenido hacia la propia
realidad hispanoamericana. Esta novela se reparte en dos tendencias diferentes:
·
Novelas de temática política y
social. Se
centran en las tensiones sociales que se producen en los distintos países.
Dentro de esta tendencia pueden distinguirse algunos grupos como las novelas de la revolución mejicana (Mariano
Azuela, Martín Luis Guzmán…), centradas en el periodo revolucionario contra
la dictadura de Porfirio Día o las novelas
indigenistas (Jorge Icaza, Alcides Arguedas o Ciro Alegría), sobre
las injusticias sociales y políticas que sufren los indios.
·
Novelas de la tierra o
regionalistas.
Busca indagar en la identidad hispanoamericana a través de la integración
del hombre en el paisaje. La atención que cada autor presta a las
peculiaridades de su zona determina que estas novelas sean conocidas como
regionalistas. (José Eustasio Rivera, Rómulo Gallegos, Ricardo Güiraldes…)
A
partir de los años 40 se observa en Hispanoamérica un cansancio de la novela
realista precedente y algunos aspectos que suponen una renovación y una
superación del realismo a través de lo real maravilloso o el realismo mágico:
·
Temas nuevos: interés por el mundo urbano que
dará cabida a problemas no solo sociales sino también existenciales.
·
Irrupción de la imaginación y lo
fantástico.
Realidad y fantasía aparecen entrelazadas, unas veces por la presencia de lo mítico,
de lo legendario; otras, por el tratamiento alegórico o poético de la acción,
de los personajes o de los ambientes.
·
Mayor cuidado constructivo y estilístico (innovaciones formales,
elementos racionales y oníricos)
Parte
de la renovación se debe a la lectura y a la incorporación de elementos tomados
de alguno de los grandes renovadores europeos y norteamericanos de la novela o
tomados del lenguaje surrealista, muchos de cuyos hallazgos lingüísticos se
emplean para expresar lo maravilloso. Destacan: Miguel Ángel Asturias
(El señor Presidente), Alejo Carpentier (los pasos perdidos), Jorge
Luis Borges…
En
los años 60 se produce un enorme auge de la novela hispanoamericana, el llamado
“boom novelístico”, que alcanza un
extraordinario éxito y difusión en todo el mundo. Este fenómeno se apoya tanto
en factores externo como la revolución cubana o la política editorial española,
como internos como la coexistencia de un importantísimo grupo de narradores. En
general no se abandona los presupuestos del realismo mágico, aunque las novelas
son técnica y estructuralmente más complejas y se produce una mayor
experimentación lingüística.
Autores
destacados como Ernesto Sábato (el túnel), Julio Cortázar
(Rayuela), Gabriel García Márquez (Cien años de soledad la que marcó el
surgimiento del “boom”; Crónica de
una muerte anunciada), Mario Vargas Llosa (La ciudad y los perros, La
casa verde)…
A
partir de los 70 continúan publicando autores ya consagrados, a los que se unen
otros que no habían alcanzado la difusión de los autores relaciones con el boom. La consecuencia es una enorme
lista de creadores y creaciones que aquí
no podemos abordar. Prevalece la narración realista que incluye el habla
coloquial, pero también se recurre al realismo mágico. En la actualidad la
novela hispanoamericana sigue aportando autores y títulos de gran calidad,
siempre dentro de la línea del realismo mágico: Isabel Allende, Laura
Esquivel, Luis Sepúlveda…
Junto
con la novela cabe nombrar el cuento,
género narrativo ampliamente cultivado en Hispanoamérica desde los años
cuarenta hasta la actualidad. En el relato breve se adelantaron las
innovaciones desarrolladas en las novelas de los años 60. Mostraban el reflejo
de las condiciones sociales de un país, una reflexión sobre el problema del
tiempo, descripciones de ambiente sórdidos…
Destacan
figuras como Borges (Ficciones o el Aleph), Juan Rulfo (El llano
en llamas), Alejo Carpentier (Guerra del tiempo), Juan Carlos Onetti
(Tiempo de abrazaros)…
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